martes, 25 de febrero de 2025

Hace 58 años Perón le escribía esta carta a Miguel Garófalo y Roberto Gasparini.

 



Carta a los Sres. Miguel Garófalo y Roberto Gasparini 25 de febrero de 1967. 


Escrito por Juan Domingo Perón. 


Madrid, sábado 25 de febrero de 1967.


A los Señores Miguel Garófalo y Roberto Gasparini


Buenos Aires


Mis queridos amigos:


Acabo de recibir vuestra carta del 19 pasádo y me apresuro a contestarla deseando que no vayan a pensar en una desatención de mi parte. Hace poco, he enviado un prólogo para la publicación del libro "Conducción Política" e imagino que será para la publicación de que Ustedes me hablan. Mi interés es sólo la difusión de mis libros porque interesan al Movimiento Peronista. Su publicación desde ya está autorizada por mí como autor y les agradezco y acepto la Presidencia honoraria de la "Editorial Justicialista" que me ofrecen.


Nuestro Movimiento necesita como elementos básicos de su adoctrinamiento: una ideología, una doctrina y las bases indispensables de los conocimientos de la conducción. La ideología fue fijada en el libro "La Comunidad Organizada" que se ha editado ya por segunda vez; una doctrina que indique la forma de ejecución de esa ideología, que se ha determinado en el libro ''Doctrina Peronista", ya publicada. El libro de "Conducción Política" trata de fijar elementalmente y en forma lo más objetiva posible la "Teoría de la Conducción" como la "Técnica de la Conducción". De allí la importancia de este libro, especialmente para los dirigentes.


Conducir es un arte y, en consecuencia, tiene una teoría y una técnica como todas las demás artes. Así como a nadie se le ocurriría pintar o esculpir sin conocer la teoría y técnica de la pintura o la escultura, a nadie se le debería ocurrir conducir sin conocer también ambas cosas en el arte de la conducción. Es natural que ambas cosas constituyan la parte inerte del arte: la parte vital es el artista. Si bien, conociendo la teoría y la técnica pictórica o escultórica se pueden hacer buenos cuadros y buenas esculturas, resulta natural que para hacer una "Cena" de Leonardo o una "Piedad" de Miguel Angel son ne­cesarios Leonardo y Miguel Angel.


Así como no sólo estos grandes artistas pintan o esculpen sino, que existen buenos pintores cultivados en el quehacer artístico de diferentes disciplinas a base de teoría y de técnica, deben existir buenos dirigentes que por el conocimiento de la teoría y la técnica de la conducción lleguen a conducir bien, sin necesidad a aspirar ser un César, un Napoleón o un Federico. Esa es la finalidad del conocimiento del libro "Conducción Política" que debe llegar a todos los dirigentes peronistas, porque en él he tratado de resumir objetivamente y en for­ma un tanto aplicada, la teoría y la técnica de la conducción en el Movimiento Peronista.


Yo les agradezco el empeño que Ustedes han puesto en la publicación de referencia, como asimismo el favor que con ello hacen Ustedes a la difusión de nuestras cosas porque será muy provechoso para el peronismo y para el país, hasta ahora conducido por "amateurs", el disponer de algo en que apoyarse para una conducción con criterio profesional. Les ruego que saluden a los compañeros.


Un gran abrazo.


Firmado: Juan D. Perón.


lunes, 24 de febrero de 2025

Hace 78 años Perón proclamaba los derechos del trabajador en el Teatro Colón.

 



En un acto organizado por la CGT en el Teatro Colón, ciudad de Buenos Aires , proclamó los derechos del trabajador el día 24 de Febrero de 1947. El original del documento fue entregado por Perón en custodia al Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT) de la República Argentina durante el acto de su elección.

La proclama sintetizaba diez derechos básicos: derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. Estos derechos fueron posteriormente formalizados a través de un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 7 de marzo de 1947, bajo el número 4865, y luego fueron incorporados en el artículo 37 de la Constitución de la Nación Argentina, sancionada por la Convención Constituyente el 11 de marzo de 1949.



El Presidente de la Nación Argentina haciéndose interprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalidad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causal de antagonismos, luchas y malestares sociales considera necesario y oportuno enunciarlos mediante una declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos, dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social.

Por ello, y de acuerdo con estos propósitos y fines, formula solemnemente la siguiente declaración:

I. Derecho de trabajar

El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y proveyendo ocupación a quien la necesite.

II. Derecho a una retribución justa

Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital fruto exclusivo de trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar la fuente de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del esfuerzo realizado.

III. Derecho a la capacitación

El mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direcciones del conocimiento, e incumbe a las sociedades estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo puede ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse.

IV. Derecho a condiciones dignas de trabajo

La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la estricta observancia de los preceptos que las constituyen y reglamentan.

V. Derecho a la preservación de la salud

El cuidado de la salud física y moral de los individuos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales de esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo.

VI. Derecho al bienestar

El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico.

VII. Derecho a la seguridad social

El derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad para el trabajo, promueve la obligación de la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo las prestaciones correspondientes o de promover regímenes de mutua obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes propias de ciertos periodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales.

VIII. Derecho a la protección de la familia

La protección de la familia responde a un natural designio del individuo desde que en ella genera sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad como el medio más indicado de propender el mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social.

IX. Derecho al mejoramiento económico

La capacidad productora y el empeño de superación hallan un natural incentivo en las

posibilidades del mejoramiento económico, por lo que la sociedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos tendientes a ese fin y estimular las formación y utilización de capitales en cuanto constituyen elementos activos de la producción y contribuyan a la prosperidad general.

X. Derecho a la defensa de los intereses profesionales

El derecho de agremiarse libremente y de participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesionales constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo.

JUAN DOMINGO PERÓN


martes, 22 de octubre de 2024

A 60 años del mensaje de retorno, a la Patria, de Juan Perón que luego frustaría el gobierno "democrático" de Arturo Illia.

 



22 de Octubre de 1964 


Compañeros peronistas: 

Hace 19 años, en un 17 de octubre como éste, el pueblo argentino obligó para siempre mi gratitud y mi lealtad. Desde entonces han pasado muchos años y han sucedido muchas cosas, pero nuestra mutua lealtad ha sido inmutable. Es que el pueblo no traiciona jamás; los que traicionan son los hombres que pretenden engañarlo para escarnecerlo. 

De ese conflicto entre los hombres y el pueblo hemos recibido en estos nueve años la más amarga lección que pueden darnos los tiempos y los hombres, porque sobre las nobles espaldas del pueblo, bueno y sufrido, gravitan ya las calamidades que cada uno conoce con la elocuencia que los hechos pasados y presentes pueden ofrecerle. 

Yo he sufrido en carne propia, porque también soy carne de pueblo, las atrocidades cometidas a impulsos de la pasión inexplicable entre humanos e inconcebible entre hermanos, que marcarán para siempre una fase negra y tenebrosa de la historia argentina. Espero que este sea el último 17 de octubre que pase alejado de ustedes, porque mi decisión de retorno es irrevocable, no sólo porque lo anhele, sino también porque el destino del país impone la necesidad de terminar con la ignominia del odio, para dedicarnos a su pacificación, punto de partida imprescindible para su reconstrucción indispensable Con el probaremos una vez mas, nuestro desinterés y patriotismo, poniendo al servicio de la comunidad nuestro sacrificio, sin pensar siquiera en los hechos que nos han dado y nos dan la razón cada día, porque el sacrificio es siempre mas fructífero cuanto mayores y profundos sean los renunciamientos que promueve. 

Yo sé que en este 17 de octubre el peronismo está de pie en todo el país esperando mi palabra y mi llegada, por eso he decidido regresar inquebrantablemente en el año 1964, para cumplir como yo entiendo con la Patria y con el pueblo. No tengo ni intereses ni pasiones que defender, porque a esta altura de mi vida he renunciado a todo, y porque jamás la pasión ha llegado a conmover los dictados de mi deber. Todavía me queda la vida para ofrecerla, si ello es preciso para salvar al pueblo de la hecatombe que se vislumbra hacia su porvenir. 

Debemos tender la mano de la paz para los que quieran asirse y empeñarnos en la unidad nacional sin odios ni revanchismos suicidas, como un anticipo de la que tendré personalmente dentro de los 60 días que restan para restaurar la paz que nosotros no alteramos, pero que el país necesita y el pueblo reclama. 

Así regresaré, agotando las instancias para que sea con tranquilidad. Pido a la Providencia que no sea necesario hacerlo en otra forma, aunque ya no será ni mi culpa ni la del Pueblo. 

Invoco el recuerdo de la que fue abanderada de los humildes: Eva Perón, que desde la eternidad nos observa para ver si sabemos cumplir con nuestro deber de peronistas y argentinos. Que sus sagrados manes nos protejan e inspiren, para no equivocar el camino de la grandeza que necesitamos para merecer el bien; y que esos mismos manes sean los que inspiren a nuestros enemigos para que renuncien a sus insidiosos y malignos sentimientos en pro de esa misma grandeza que puede redimirlos de cuanto han hecho. 

Que mis últimas palabras sean para evocar la memoria de nuestros héroes y mártires peronistas, que cayeron por la causa del pueblo, sin pedir otra cosa que un lugar en la historia que la patria y el pueblo reserva para los que saben morir en su defensa. 

Desde mi destierro que quiero honrar, hago llegar a todos los hermanos peronistas un gran abrazo sobre mi corazón. 


Juan Perón.



Hace 58 años Perón le escribía esta carta a Miguel Garófalo y Roberto Gasparini.

  Carta a los Sres. Miguel Garófalo y Roberto Gasparini 25 de febrero de 1967.  Escrito por Juan Domingo Perón.  Madrid, sábado 25 de febrer...